viernes, 9 de octubre de 2015

Todas somos tú

Nunca, hasta estos últimos meses había prestado atención a esas tiendas. Suelen estar ubicadas en el epicentro de las ciudades y muestran sus productos de escaparate con la clase de las gourmet. Son las que ofrecen pelucas, turbantes, postizos,  pañuelos con flequillos  incorporados, coquetos sombreros y unos gorros que recuerdan la elegancia de una Grace de Mónaco, por evocar algo un tanto frívolo para comenzar. Aunque, no creáis, vivir con ligereza y alegría es difícilísimo.

Respirar de cerca la historia de los tratamientos que llevan incorporada la caída del pelo te conduce a observar otras realidades que nos pasaban desapercibidas o que mirábamos de refilón. Los pronósticos médicos auguran que siete de cada diez mujeres padecerán cáncer de mama. Pero, como la mayoría de los grandes problemas, hasta que no lo palpamos en carne propia o a escasos centímetros de nuestra piel  aparcamos el tema a una distancia más cómoda. Una mañana cualquiera esa realidad más que posible  se nos vuelva muy cercana y tratamos de tú a tú el tema de la peluca, el cansancio, las náuseas, los bajones anímicos, la superación de una circunstancia adversa... 

Por otro lado, cuando la situación que padecen millones de mujeres en el mundo se nos hace amiga, también entendemos que es posible desdramatizar y sacar la parte jocosa hasta del mismísimo infierno. En este octubre que ya denominan el mes del rosa,  especialmente me acuerdo de una de esas personas, casi hermana, que atraviesa la experiencia de vivir el "protocolo" del cáncer de mama. Con ella, que tiene un gran estilazo para vestidos, complementos y demás artes de la decoración, bromeamos diciéndole que con tal de que la comparemos con Angelina Jolie ya no sabe qué hacer. Lo cierto es que luce su nuevo look como una estrella de cine y encara la enfermedad con optimismo. "No queda otra", se justifica ella, quitándole importancia a su coraje. Aunque presiento que los malos momentos se quedarán siempre en su intimidad. Quienes compartimos una parcela de su mundo, mientras tocamos madera e intentamos calzar sus zapatos, la acompañamos en la travesía; convencidas de que la unión hace la fuerza, y que todo esto pasará...


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